Conocí a Arsenio en los cursos de encuadernaciones históricas de la Facultad de Documentación de la Complutense de Madrid. Era un profesor muy bien informado pero tímido, lo que lo convertía en un profesor "ausente". Y no ausente por su gusto, sino porque tuve la mala suerte de coincidir con las típicas alumnas "absorbentes", que acosaban al profesor a preguntas durante las 4 horas de clase, y éste no sabía cómo deshacerse de ellas y distribuir el tiempo entre el resto de sus alumnos. Un día me pasé toda la clase sin poder preguntarle cómo se hacía para que entrara un cordel en una tapa de madera. Era tan sencillo como ponerle engrudo en la punta y lijar el agujero de la madera, pero las de mi mesa tardamos cuatro horas en poder hacer ese paso porque era imposible que viniera el pobre Arsenio a responder a nuestras dudas.
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Arsenio de jovencito |
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Arsenio junto a unos compañeros, en Sarajevo |
Esta mala situación entre profesor y alumnas ya había comenzado durante una de las charlas diversas previas que tenían estos cursos, donde se hablaban de temas vinculados con la encuadernación pero no específicamente con el curso en cuestión. Creo que Arsenio vino a hablar de encuadernaciones en pergamino en un curso de dorado de piel, y las mismas alumnas absorbentes empezaron a protestar antes siquiera de que abriese la boca.
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Una cabezada con hilo a dos colores |
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Maqueta de Nag Hammadi |
Arsenio no fue capaz a decirles nada y yo, sin embargo, no me pude callar. Las conferencias venían descritas en los folletos explicativos de la actividad, así que, si uno no estaba de acuerdo con ello, era tan sencillo como no apuntarse al curso o no asistir a la conferencia, pero no meterse con el conferenciante justo antes de hablar. Ahí me gané dos enemigas, y el resto de los cursos me desaparecieron misteriosamente materiales y proyectos. Un recuerdo desde aquí a ese par de seres desagradables.
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Encuadernación etíope |
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Libros con restauraciones diversas |
Volví a coincidir con Arsenio como profesor, esta vez en un curso sobre restauración de papel. La situación fue completamente distinta. Primero: los asistentes eran todos gente educada e interesada en el tema. Segundo: la intervención de Arsenio fue más bien una conferencia con presentación en pantalla, lo cual le permitía explicar todo aquello que tenía preparado, sin tener que luchar por no ser secuestrado en una mesa llena de alumnos-buitre. Ahí se le notó lo que era: una persona apasionada con su trabajo; algo totalmente primordial para llegar hasta tus alumnos.
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Lomo en piel y tiras |
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Encuadernación árabe de carterita |
Ya por entonces me apeteció escribir sobre su trabajo como encuadernador -restaurador en la Biblioteca Nacional. Me pareció un trabajo fuera de la vista de todos. Eran encuadernaciones que nacían para quedarse dentro de un archivo, que nunca verían la luz del día, ni serían reconocidas por otros encuadernadores, ni se presentarían a ningún concurso, ni serían alabadas por nadie. Hoy en día, por ejemplo, que querría ponerle imágenes a esta entrada, no soy capaz a ver una fotografía en Google imágenes de una encuadernación hecha por él. Se las he tenido que "robar" de su Facebook (perdón, Arsenio, pero no hubo otra forma).
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Encuadernación bizantina "a la griega" |
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Encuadernación en pergamino flexible del siglo X |
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Encuadernación con cosido al lomo, estilo noreuropeo |
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Encuadernación copta con cierre de piel |
La sorpresa fue mayúscula cuando le dieron el Premio Nacional de Restauración y Conservación de Bienes Culturales en 2013. Era un reconocimiento no sólo a su labor, sino a la importancia de la conservación de nuestro patrimonio histórico documental dentro del enorme mundo de los "bienes culturales" a preservar. Eso sí, Arsenio nunca ganaría el Premio a la mejor encuadernación, porque la forma de este premio es totalmente distinta (en primer lugar, tendría que presentarse..., cosa que no pasa en el de Restauración). Y, a pesar de todo, a mí sus encuadernaciones me parecen muy hermosas. Tienen todo el peso del aprendizaje del pasado de una labor artesana. No necesita dejar su "imprenta de artista", ni firmarlas, ni poner algo novedoso en ellas. Es una arqueología artesanal, basada en la observación de los pocos ejemplares encuadernados antiguos que se conservan. Es un canto a la tremenda innovación de los antiguos, al buen hacer de una mano experta.
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Detalle de cabezada copta |
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Detalle de cabezada griega |
Hace poco tuve la mala suerte de asistir a la conferencia de una restauradora con la que no me llevo. De los 10 asistentes que había, 6 veníamos del mundo de la encuadernación, 2 me imagino que eran de la Escuela Superior de Arte, y otras 2 eran las organizadoras del evento.
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Cantar de Mío Cid, que tuvo que restaurar |
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Uno de sus libros divulgativos |
Ante este público, la restauradora, una vez más, intentó prevalecer sus conocimientos sobre los de un encuadernador, y dijo (sin tener nada que ver con la temática de la conferencia) que ella era una profesional y que por eso compartía sus conocimientos, mientras que los encuadernadores, como eran artesanos, no hacían eso. Y lo soltó tan ricamente delante de la maestra encuadernadora que le había tenido que arreglar más de un desaguisado en sus encuadernaciones. Pues bien, Arsenio trata, en una de sus entrevistas, de una dolencia en el mundo del restaurador. Él habla de que un buen conservador debe saber de ciencia y químicos, pero también de oficio. Un oficio que no es matemático ni tiene fórmulas químicas, sino que viene de la lógica y la observación del trabajo artesano anterior. De su boca ha salido esta bella frase:
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Una de sus ponencias |
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Más ejemplos de cosido al lomo |
"no creo que el conservador-restaurador de documento deba ser un científico, un artesano o un artista. Debe ser conserv
ador-restaurador. Un profesional capaz de analizar la obra con curiosidad y mente de un científico, tratarla con conocimiento de artesano y el gusto de un artista japonés."
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Estilo similar al carolingio con nervios de piel de alumbre |
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Estilo carolingio |
Para mí, la primera restauradora es un mal profesional agarrado a un título, que se cree con derecho a menospreciar a otras personas que se dedican al complicado mundo del libro. Arsenio, en cambio, es un amante del conocimiento y del buen trabajo, y en sus cursos de restauración jamás le he oído menospreciar a alguien por proceder de otros lugares distintos a las escuelas de arte. Me lo imagino mirando durante horas un cosido que acaba de descubrir en una encuadernación maltrecha, y lo veo romperse la cabeza para pensar la mejor forma de mantener firme el libro sin tocar lo que un artesano ha cosido hace muchísimos siglos. Él jamás me ha pedido que le tenga respeto, y yo se lo tengo porque su trabajo es su mejor currículum. Aunque sea un trabajo que nazca silencioso, para permanecer fuera de la vista.
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Portada de la exposición |
La última vez que lo vi fue en la Biblioteca Nacional, en la sección Cervantes de libros antiguos y raros. Estaba preparando la exposición "Piel sobre tabla: encuadernaciones mudéjares en la Biblioteca Nacional de España". Tuve la suerte de tener las encuadernaciones en mi mano, y disfrutar en directo de una exposición a la que no pude asistir. Ojalá existieran exposiciones de ese tipo en todos los rincones de España, y que las realizaran gente como él. Hoy podemos seguir disfrutando de
esta exposición por Internet.
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Ejemplo de encuadernación mudéjar |
Resumo lo que quiero decir en esta entrada: Arsenio, gracias por compartir tus conocimientos. Necesitamos muchísima más gente como tú en este país donde la cultura son fuegos de artificio, la profesionalidad se mide a golpe de carísimo máster y el amor por el conocimiento se ha convertido en un estigma social.
Y termino con otras palabras suyas:
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Encuadernación románica del s. X |
" La falta de discernimiento afecta al patrimonio documental con más virulencia que a ningún otro. Imbécil es el que destruye un archivo porque cree que no es más que un estorbo a la modernidad, el que quema una biblioteca por extremismo o simplemente vende los documentos al peso para obtener un paupérrimo beneficio. Pero también son imbéciles los que mandan la documentación al sótano para que no ocupe espacio y no quieren enterarse de que la humedad y el moho lo están arruinando; los que consideran que los edificios de archivo no tienen necesidades y que cualquier cuarto sirve para guardar documentos aunque no tengan las más mínimas condiciones. Imbécil es el que cree que su depósito es un trastero en el que caben ordenadores viejos y muebles desvencijados, el soberbio que sabe de todo y toma decisiones sin consultar, el perezoso que no lee porque no quiere cambiar y trabajar de otra manera o el ignorante que considera que otros patrimonios son más importantes que los libros viejos. Imbécil es el que destruye porque teme que los documentos le quiten la razón. Sin duda, la imbecilidad es el peor enemigo del patrimonio documental."
Me alegro ver la existencia de este curso. Bien lo expusieron como definición perfecta:
ResponderEliminar"Debe ser conservador-restaurador. Un profesional capaz de analizar la obra con curiosidad y mente de un científico, tratarla con conocimiento de artesano y el gusto de un artista japonés."
Mi suegra y mi finada esposa un poco mas de cuarenta años desarrollaron esa labor. Y buena parte de esos años aprendi de ellas, tocándome en algún caso restaurar ejemplares realmente muy valiosos. Ya retirados laboralmente, saco en conclusión que hay mucho de arte, devoción, ingenio e inspiración cuando se trabaja en esto.