LOS MANUSCRITOS DEL MAR MUERTO: UNA BIBLIOTECA EN CUEVAS

manuscritos del mar muerto
Imitación de las vasijas, y uno
de los rollos
manuscritos del mar muerto
Cuevas de Qumrán
Entre 1946 y 1956 aparecieron en once cuevas de la zona arqueológica de Qumrán, en el desierto de Judea, cerca de mil manuscritos. Resultaron ser los manuscritos bíblicos más antiguos del mundo (ya que tienen más de 2000 años) y, como suele ocurrir en estos casos, fueron hallados gracias a la casualidad. En 1946 un pastor beduino buscaba una cabra que se la había extraviado: lo que encontró fueron unas vasijas con rollos escritos dentro. En cuanto la noticia se hizo pública, los arqueólogos se pusieron manos a la obra y localizaron otras diez cuevas más: toda una biblioteca que llevaba escondida más de veinte siglos. Sin embargo, y a pesar de las continuas búsquedas que se han realizado en la zona del Mar Muerto desde entonces, no han vuelto a aparecer ningún otro rollo más. 

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Tefilineas
Lo que ha sucedido hace poco es que se han "redescubierto " nueve pequeñas piezas que habían permanecido dentro de unas filacterias sin abrir en los almacenes de la Autoridad de Antigüedades de Israel. Las filacterias son pequeñas cajas de cuero donde se conservaban texto bíblicos y se llaman tefilineas. Por el momento no se han podido desprender estos rollos sin dañarlos.
Estos manuscritos, conocidos como los manuscritos del Mar Muerto, o Rollos de Qumrán, se dice que fueron escritos por los esenios, un grupo disidente judío que había llegado hasta allí huyendo de los romanos. No todos los manuscritos tienen el mismo grado de conservación. De algunos sólo nos quedan algunos fragmentos, mientras otros pueden tener varios metros de longitud. El más largo de ellos es el conocido como Rollo del Templo, que tiene más de ocho metros. 
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Rollos conservados en la vasija
Se los denomina "rollos" ya que esa era la forma en que aparecieron: materiales enrollados, atados, y metidos dentro de vasijas (que funcionaban como rudimentarias pero eficientes cajas de conservación). Algunos de los rollos estaban protegidos con telas de lino, que también son motivo de estudio para poder llegar a entender quiénes escribieron los manuscritos y por qué los dejaron allí.
La gran mayoría de estos manuscritos fueron escritos sobre piel, y un veinte por ciento en papiro. Entre todos ellos destaca un rollo escrito en una plancha de cobre, que fue hallada partida en dos. Está escrita en hebreo tardío (de fines del siglo I), y es un tesoro no sólo por su rareza, sino también por los temas de los que trata, ya que habla de lugares donde se encuentran tesoros escondidos. Como si de un mapa del tesoro se tratase, los investigadores llevan décadas intentando descifrar a qué lugares se refieren, pero aún no han dado con ninguno de ellos.
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Rollo de bronce
El resto de manuscritos tratan de temas bíblicos y tienen una gran relevancia para los investigadores del antiguo judaísmo y los textos bíblicos. En ella se encuentran versiones de libros de la Biblia (en hebreo y arameo) y libros apócrifos intertestamentarios. Pero no sólo tratan de la BIblia. También hablan de astronomía, hay calendarios, temas escatológicos, disertaciones mágicas o legales... Son, por tanto, un material importantísimo para conocer las costumbres y pensamientos de esa sociedad en los orígenes del cristianismo.

No todos los manuscritos se conservan en el mismo lugar. Ocho de los mayores se atesoran en El Santuario del Libro de Jerusalén, y otros los tiene la Autoridad Arqueológica de Israel. Por desgracia, otra parte fue troceada y vendida a lugares tan distantes como California, París o Jordania. Para contratar esta mala noticia, una buena: se pueden consultar por Internet los rollos que se conservan en el Santuario del Libro y en el Museo de Israel.
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El conservador del Museo del Libro observa el Rollo del Templo

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