LA HISTORIA DEL LIBRO DE RECUERDOS O SCRAPBOOKING: EL ÁLBUM DE FOTOS Y EL ÁLBUM DE RECORTES

Ahora que todo el mundo recopila sus recuerdos, ya sea en fotos en la red con orejas de gato, o en álbumes de scrapbooking llenos de flores, pegatinas y papeles varios, es bueno echar la vista atrás para saber de dónde viene toda esta locura por la recopilación de la memoria. Como suele ocurrir, lo que creemos que es una moda extraña y moderna, no es más que otra forma en que se muestran los curiosos hábitos humanos. Entre ellos está el de intentar agarrar el tiempo recopilando pequeños trozos de nuestro entorno. Ya los griegos del primer siglo D.C. tenían los "koinoi topoi", donde recopilaban tópicos de carácter general. En vez de un álbum de recuerdos, sería un álbum de ideas filosóficas: el comienzo de la locura.


Pero empecemos desde el principio. Preguntémonos qué es un álbum. Un álbum es una encuadernación con las hojas usualmente sin editar, donde se recopilan cosas, desde textos hasta imágenes. En castellano, a las recopilaciones escritas se las suele denominar como "libros" (libro de firmas...), y si se pega algo ya suele citarse como álbum (álbum de cromos, de recortes, de fotos, de postales...). Este hecho, el de tener que acomodar algo en el interior del álbum, va unido a la estructura de la encuadernación, que suele realizarse con escartivanas de compensación. Cuanto más grueso es lo que se va a colocar dentro del álbum, más deben ocupar las escartivanas que van en el lomo. Así pues, este recorrido por el formato álbum debería ser una investigación sobre la historia de la escartivana, pero como casi no hay información sobre cómo fue evolucionando y acomodándose a los distintos recortes que se añadían al libro, nos deberemos conformar por conocer los distintos tipos de álbums que existieron. La escartivana de compensación es anterior al álbum. La encontramos en encuadernaciones donde, por ejemplo, se necesita incorporar una hoja de gran tamaño muy plegada (un mapa, por ejemplo). En los álbumes lo que vamos a encontrar son múltiples formatos que se amoldan al grosor de las hojas y a distintas "modas" en su uso.
Aquí veremos tanto encuadernaciones de tipo álbum, como libros recopilatorios (por ejemplo, de escritos) que no necesitaban una encuadernación particular.
Sería también interesante estudiar la distribución estética de estos recortes, si su forma de "maquetarse" sobre las hojas tuvieron épocas y modas, y si la maquetación de libros influyó sobre ello o fueron otras circunstancias las que marcaron los distintos estilos. Podríamos distinguir dos tipos básicos de recopilación: la funcional, que juntas los textos o las imágenes de cualquier forma, ya que al autor sólo le interesa el tener juntos todos esos documentos; y la estética, que busca que las hojas de su libro tengan un equilibrio visual.

LOS LIBROS DE "LUGARES COMUNES"
Libro de lugares comunes del siglo XVIII,
con una distribución funcional de los textos,
sin importar ni la dirección de lo escrito
Libro de baile de 1892-96, en
Connecticut Historical Society, que
ya busca un equilibrio en la distribución
de imágenes, textos y objetos
Durante el Renacimiento, algunos nobles recopilaban en libros de "lugares comunes" (“commonplace books”), toda aquella información que les parecía interesante (citas, cartas, poemas...). Si en un principio la recopilación se hacía a mano, añadiendo escritos con ideas diversas, con la llegada de la imprenta y la proliferación de los libros y de sus temas, las personas pasaron a recopilar trozos de estos libros. Incluso existieron libros que explicaban cómo realizar estas recopilaciones (De copia, Erasmus, 1512). Es un libro de lugares comunes, por ejemplo, un libro donde se recopilan recortes de recetas de distinta procedencia. Al unir en un mismo lugar una serie de documentos, podríamos tomar estos libros por una especie de archivo particular donde el contenedor es un libro aunque, en este caso, en vez de el "principio de procedencia", aquí se unen los documentos por una cuestión temática (separación más propia de bibliotecas).

ALBA AMICORUM
Libro utilizado entre los siglos XVI y XVII (aunque resurge en el XVIII) donde los jóvenes nobles apuntaban datos de sus relaciones, para recordar a la persona en una posible futura relación social, laboral o matrimonial. También servían para anotar cuestiones personales, más semejante a un diario. Era un álbum que llevaban durante sus viajes por Europa, donde apuntaban los datos de sus compañeros de viaje, de estudios, o maestros anotaban sus datos, a veces acompañado de una imagen dibujada. También tienen escudos de armas o representaciones de lo vivido. Los escritos por mujeres cuyo futuro social podía ser mucho más cerrado, solían estar más enfocados a comentarios personales sobre la vida cotidiana, canciones u oraciones.
LAS BIBLIAS COMO LIBRO DE RECUERDOS
Biblia con impresión en las primeras
hojas para escribir sobre bodas y otros
acontecimientos familiares, s. XIX

Biblia con paspartús para fotografías
en las últimas páginas, s. XIX
Tras la llegada de la imprenta, la Biblia se convirtió en el gran best-seller del momento. Todo el mundo tenía su Biblia y, en muchos casos, aprovechaban sus hojas iniciales para recopilar datos familiares, como nacimientos y muertes. Como era un uso generalizado, algunos impresores, tras la aparición de la fotografía, dejaron zonas para escribir pero también para incluir fotografías (esta segunda zona necesitaba escartivanas, y no la primera).

GABINETE DE CURIOSIDADES
Facsímil de uno de los álbumes de Pepys
Antes de la llegada de la fotografía, a partir del siglo XVII ya se recopilaban imágenes, pero de grabados o dibujos. A estas recopilaciones se las conoció como "gabinete de curiosidades" (Wunderkammer, cabinet of curiosities), porque se basaban en las recopilaciones de objetos exóticos en cuartos. En este caso, se trataba de una recopilación de datos curiosos sobre un tema, que podía ser cualquiera, aunque había predilección por el científico. Serían un "libro de lugares comunes", pero cuya base documental era la ilustración antigua. Es significativo el caso de Samuel Pepys, que en el siglo XVII se dedicó a recopilar impresos antiguos, "pliegos de cordel" pegados en libros (eran impresos de baladas, de una sola hoja impresa por una cara, por lo que permitía esta opción). Algunos de estos impresos son ejemplares únicos que Pepys, para que le entraran en sus libros, llegó a cortar a la mitad. Además, tampoco se conservan los álbumes originales de Pepys ya que, cuando se microfilmaron en 1980, las hojas estaban tan apretadas que decidieron desarmar su encuadernación. Así que horror sobre horror.

GRANGERIZACIÓN:
Solapas sujetas sobre la hoja en blanco
de un libro
Grabados recortados y pegados
sobre unas hojas de guarda
A finales del siglo XVIII se puso de moda los libros a los que se le podían añadir imágenes sacadas de otros lugares. Estas imágenes se añadían en zonas en blanco o, incluso, se añadían páginas enteras, reencuadernando el libro. James Granger publicó en 1769 "Biographical History of England", con páginas en blanco, para que la gente pudiera añadir sus propias ilustraciones. Por ello, se conoce como "grangerización" (grangerizing) a esta práctica. Podríamos hablar de los primeros "libros alterados".

LA LLEGADA DE LA IMPRENTA INDUSTRIAL
Álbum de scrap de 1850, con
distintos impresos recopilados
El horror: impresos antiguos
pegados a una hoja
Si la aparición de la imprenta de Guttemberg fue una primera revolución de la llegada de información en masa a la gente, con el nacimiento de la imprenta industrial los impresos se multiplicaron hasta volverse tan comunes que se usaban para casi todo: tarjetas, anuncios, folletos, tarjetas postales, de oración, recortes de periódicos... Todo se volvió recopilable para un montón de gente agarrada a sus tijeras y a su pegamento. Y cuando digo "todo" es "todo", hasta portadas de valiosos incunables podían acabar recortados para coleccionarlos.

ÁLBUM DE SEÑORITAS O LIBRO DE VISITAS
Imagen adjunta en el álbum de visitas
de PurificaciónCabezas
, s. XIX
Álbum romántico de finales del
 XIX-principios del XX,
a la venta en Librería Astarloa
Es la primera vez que la palabra "álbum" aparece en castellano. Se trata de una encuadernación, usualmente en horizontal, bellamente decorada y con las hojas en blanco. También se le suele denominar como “álbum de autógrafos”, porque los solían utilizar mujeres para recopilar autógrafos, escritos, dibujos, música, etc. de gente conocida a partir del siglo XVIII, siendo su mayor esplendor en el XIX. La moda llega a España hacia 1830 y luego pasa a Hispanoamerica.
Los que participaban en completar el álbum solían celebrar las bondades de su dueña (poesía laudatoria) que, cuanto más importante era, mejores colaboraciones conseguía.
Las pinturas se realizaban en un soporte distinto al álbum y luego se unían a él, ya sea por incisiones en las hojas o pegándose. Esto producía que el álbum se fuera engrosando y, como no se hacían con escartivanas de compensación, podía causar problemas a la hora de cerrarlo.
Así describía Larra en 1835, en su artículo titulado El álbum, esta nueva moda que había llegado a España: 
“El que la voz álbum no sea castellana es para nosotros, que ni somos ni queremos ser puristas, objeción de poquísima importancia [...]. Pasando por alto este inconveniente, el álbum es un enorme libro, en cuya forma es esencial condición que se observe la del papel de música. Debe de estar, como la mayor parte de los hombres, por de fuera encuadernado con un lujo asiático, y por dentro en blanco; su carpeta, que será más elegante si puede cerrarse a guisa de cartera, debe ser de la materia más rica que se encuentre, adornada con relieves del mayor gusto, y la cifra o las armas del dueño; lo más caro, lo más inglés, eso es lo mejor; razón por la cual sería muy difícil lograr en España uno capaz de competir con los extranjeros. Sólo el conocido y el hábil Alegría podría hacer una cosa que se aproximase a un álbum decente. Pero en cambio es bueno advertir que una de las circunstancias que debe tener es que se pueda decir de él: «Ya me han traído el álbum que encargué a Londres». También se puede decir en lugar de Londres, París; pero es más vulgar, más trivial. Por lo tanto, nosotros aconsejamos a nuestras lectoras que digan «Londres»: lo mismo cuesta una palabra que otra; y por supuesto, que digan de todas suertes que se lo han enviado de fuera, o que lo han traído ellas mismas cuando estuvieron allá la primera vez, la segunda o cualquiera vez, y aunque sea obra de Alegría”, [Revista Mensajero, n.º 64, 3 de mayo de 1835].
Derivó en lo que hoy en día se conoce como "libro de firmas", donde el que va a algún determinado, deja su firma o comentario en el libro dispuesto para ello.

LA APARICIÓN DEL LIBRO DE RECORTES
Libro de recortes de 1887, en
Amherst College
Recopilación de horquillas,
algunas de las cuales forman
un corazón, del mismo libro
anterior
En el siglo XIX, la gente comenzó a recopilar cualquier cosa, de forma compulsa y variada, tanto recortes como decoraciones hechas por ellos. Se solían colocar tarjetas, pero también recortes de imágenes, de asuntos varios, que se conocían como "scrap" (fragmentos sacados de una parte y de otra, casi sin valor). En este enlace puedes ver una recopilación de álbumes de recortes victorianos.
Álbum con imágenes en color
A finales del siglo XIX la impresión a color pasó a realizarse de una forma más moderna y barata, por lo que la gente comenzó a coleccionar este tipo de imágenes, desde cromos, a publicidad. Fue una especie de fiebre recopilatoria de aquellas bellas imágenes que tenían un valor especial por su aspecto.


ÁLBUMES VICTORIANOS CON COLLAGE

Álbum Filmer, h. 1865
Álbum Berkeley, h. 1867-1871
En esta misma época, y dentro de estos álbumes de recortes, apareció una modalidad de decoración basada en el collage. Trozos de imágenes de todo tipo y fotografías se recortaban formando una imagen conjunta. Había nacido el collage, aunque aún no se tomaba como una disciplina artística sino como un entretenimiento de damas de la aristocracia: Alejandra de Dinamarca, Mary Georgiana Caroline, Marie-Blanche-Hennelle Fournier son solo algunos nombres de algunas de estas mujeres que se dedicaban a innovar con las imágenes (en este enlace puedes leer más sobre ellas).

LIBROS DE AMISTAD
Calling cards de finales del s, XIX
Exterior de un álbum de boda
con tarjetas de amistad, de
finales del s. XIX
Solían llevarlos mujeres, donde añadían cartas de amistad ("calling cards"), como las tarjetas de trabajo de hoy en día, pero que se usaban para hacer amistades), pinturas, recortes, trozos de pelo, escritos de sus amigos, fragmentos de poesía... Era la historia de una vida dentro de una casa y una familia, y de cómo se relacionaban con la sociedad.


ÁLBUMES DE RECETAS
Álbum de recetas de 1915 en un
libro reutilizado de 1856
Otra recopilación netamente femenina, ya que la cocina era territorio de mujeres en el siglo XIX. En ellos se juntaban recetas escritas a mano con otras sacadas de impresos varios, y se podían poner en álbumes en blanco o en otros libros reutilizados como base (granguerizado).




EL LIBRO DE SCRAPBOOK INDUSTRIAL
Formatos del álbum de Mark Twain
Portada de álbum de scrap
del s. XIX, de tela estampada
Cuando los editores vieron que esta recopilación de recortes podía ser comercial, empezaron a encuadernar y vender sus propios libros. Eran libros que procuraban tener unas tapas y un interior bellos. A partir de 1800 se fabricaron con páginas decorativas preimpresas, bolsillos, páginas en blanco para pintar sobre ellas... Pero no siempre sería así. El famoso Mark Twain inventó, en 1872, un álbum con hojas autoadhesivas (el pegamento se activaba humedeciendo las hojas), con distintos formatos para añadir diferentes tipos de documentos, pero sin decoración alguna de serie.

EL ÁLBUM DE FOTOS
Álbum de tarjetas de visita
Con la aparición de la fotografía, a principios del siglo XIX, las fotos también pasaron a ser coleccionables. No tanto al comienzo, ya que primeramente eran elementos caros y en manos de unos pocos. Pero con el invento de la cámara de uso personal, las fotografías se fueron convirtiendo en un elemento sumamente común (y mira a dónde hemos llegado). En 1854 se patentaron las "carte de visite" (tarjetas de visita o "retrato de tarjeta", como se llamó en España), pequeñas fotografías del tamaño de una carta de amistad . Fueron las primeras fotografías que se recopilaron en el álbum, junto a recortes, formando, así, el primer álbum de scrapbooking tal y lo conocemos hoy en día. Sin embargo, esta mezcla fue poco corriente. Estos álbums de fotos ("de carte de visite" o "CDV") eran recopilaciones de imágenes de estudio, y perduraron hasta la I Guerra Mundial. Las fotografías medían unos 54x89mm, y se montaban sobre cartulinas de 64x100mm (el papel de fotografía era demasiado fino por sí sólo, por lo que se colocaban sobre otro soporte). Estas fotografías tan gruesas necesitaron de encuadernaciones con fuertes hojas que las sustentaran, con paspartús por donde introducir las fotografías y escartivanas también reforzadas (se solían usar "returning guards", con la escartivana formada por el pliegue del lomo de los cuadernillos). Eran álbumes muy gruesos, aunque de pequeño tamaño, muchas veces con cierre metálico rígido y tapas decoradas con calidad.
Álbum de "cabinet cards", con portada con terciopelo y aplique metálicos
Empieza existir una industria alrededor del álbum de fotos hacia 1860. En los 70 aparecen las "cabinet cards", otro formato fotográfico más alargado y grande (110x170mm), que produjo álbumes también más grandes y alargados, aunque siguieron manteniendo las fuertes hojas, el cierre y la decoración de portada. En este caso, donde las hojas eran más pesadas, se van a ver escartivanas formadas por una tira de cartulina y una bisagra intermedia de tela, entre la tira y la hoja. Las escartivanas-bisagra, que en un principio se pegaban al lomo del libro, se pasaron a pegar separadas, ya que con la anterior forma el lomo se terminaba rompiendo o despegándose por la presión ejercida sobre él al pasar las hojas. También se usaron, en ocasiones, bisagras con chavetas metálicas.
Hacia 1890 comienzan a aparecer el álbum de fotos familiar, donde un fotógrafo amateur sacaba fotos a su familia (fuera de los estudios fotográficos). Estos nuevos álbum toman como referencia los de  "carte de visite".
En 1900 apareció la cámara Brownie, asequible para una familia de clase media. La cámara se podía llevar de un lado a otro, por lo que los álbumes se van llenando de imágenes de la vida diaria, fuera de los gabinetes fotográficos.En época de guerras y de viajes, las páginas de estos álbumes se llenaron de imágenes de lugares exóticos. También comienzan a aparecer, de nuevo, mezclas de recortes y fotografías. Eran álbumes de hojas más ligeras, con más páginas, de tapas menos gruesas y decoración más simple. Volvieron a no coserse al lomo, sino a sujetarse las hojas por bisagras de tela pegadas al lomo.
Portadas de álbum de tarjetas postales

Interior de álbum de tarjetas postales
Poco después se empiezan a hacer tarjetas postales, por lo que también se comienzan a fabricar álbums para postales ("post cards", "cartes postales", "album des postales"), hacia 1912, creciendo con fuerza durante la I Guerra Mundial, cuando los soldados mandaban las tarjetas a sus familiares de los lugares donde se encontraban. Eran tarjetas fácilmente coleccionables y, por lo tanto, carne de álbum. Estas encuadernaciones solían tener hojas de tonos verde oscuro o azul, y las fotos se sujetaban por medio de ranuras en el papel (una solución que ya existía desde finales del siglo XIX, pero que ahora se industrializaba.
Hasta la I Guerra Mundial, Alemania monopolizaba la fabricación de álbums. Sólo tras la guerra esta industria pasó a otros países. Solían ser álbums baratos, con el cuerpo del libro pegado a las tapas sin mucha sujeción lo que, junto al peso de las fotografías, solía terminar en rotura. Podían llevar un cierre que, si en principio era metálico y rígido, pasó a ser flexible y ajustable.
Álbum de mediados del siglo XX,
con esquineros
Álbum de cuero repujado y cosido
en plano sobre dos agujeros
Hasta 1970 solemos encontrar álbumes con esquineros donde colocar las fotografías. Los más corrientes eran los de boda o de nacimientos de bebés. Hay muchas encuadernaciones cosidas en plano, a veces sólo con dos agujeros y un nudo. A mediados del siglo se pusieron de moda las tapas de cuero repujado. En algunos casos, el cuero era tan basto que no se podía doblar y tenía que coserse por los bordes.
Álbum de anillas con hojas magnéticas,
con el tono amarillento de la acidez
Álbtm de gusanillo, con hojas
magnéticas también ácidas
Después vinieron los álbumes de hojas magnéticas ("magnetic photo álbum"), por la sencillez con que la foto se sujetaba a la hoja. Fue una mala decisión, ya que estas hojas tienen acidez y estropean las fotografías con el paso de los años (se nota por el color amarillento que cogen). En esta época ya tenemos álbumes con gusanillo o con anillas. Las tapas de estas encuadernaciones son de plástico, también de poca durabilidad, que tiende a romperse a los pocos años.
Forma de pegar unas hojas a otras en un álbum digital

Por último, con la llegada del álbum de fotos digital, la encuadernación industrial del álbum de fotos se ha empobrecido aún mas con los álbumes de hojas pegadas. Las fotografías digitales se imprimen directamente sobre los pliegos del álbum, lo que permite colocar vistosas imágenes que ocupan dos hojas enteras y que uno mismo puede diseñar desde una aplicación. Estos álbumes son de tan ínfima calidad que, a los pocos años, se comienzan a romper y despegar.

Fotografía ocupando las dos hojas de un álbum digital
EL ÁLBUM DE CROMOS
Primer álbum de cromos de
fútbol en España, 1915
Dentro de las recopilaciones temáticas, podemos destacar el álbum de cromos, donde las estampas que se iban a pegar en el libro, ya estaban impresas, al igual que el álbum. En un principio, en el siglo XIX, los cromos eran estampas a color, que se podían pegar en cualquier sitio (para decorar con decoupage, o en álbums de scrap junto a otros documentos) o para guardar juntos dentro de una caja. Esto siguió siendo así, incluso, tras hacer "colecciones de cromos", donde los cromos estaban numerados y formaban conjuntos temáticos. Parece ser que el primer álbum impreso como contenedor de los cromos futbolísticos en España fue el de la editorial Tiket, en 1915. Los cromos se sujetaban al álbum por esquinas abiertas en las hojas (como en los álbumes fotográficos). Posteriormente, terminaron pegándose a las hojas (por completo, o sólo por una zona para poder leer lo que ponía por detrás). Estas estampas se vendían dentro de sobres, para que no supieras si tenías o no los que te faltaban, y así aumentar el riesgo de la compra, el ansia por completar el álbum, y... la ganancia de los fabricantes. Aún me acuerdo de los intercambios de cromos en el recreo, diciendo en voz alta... "síle, síle... ¡nole!" (es decir, "sí le tengo" "no le tengo"). Siempre había algún cromo del que se habían impreso menos copias y que era muy difícil de conseguir y, así, terminar tu colección. Como parte de la industria editorial más agresiva (basada en el "usar y tirar"), los álbumes solían tener tapas de cartulina y estar grapados, dos formas muy sencillas de que no durasen mucho.

EL SCRAPBOOKING MODERNO
Álbum de Mariele Christensen
Álbum de Mariele Christensen
Hacia 1980,Marielen Christensen presentó en una reunión de mormones sus álbumes de recortes. Los álbumes tuvieron éxito y, al año siguiente, puso la primera tienda dedicada al scrapbooking llamada Keeping Memories Alive. Eran álbumes muy sencillos, con fotografías y recortes de textos sobre páginas de colores. Las fotografías se protegían con plástico transparente, y se encuadernaban con 3 anillas, en páginas tamaño carta. Hacia 1990 el tamaño aumentó hasta una hoja cuadrada de 12 pulgadas, y las formas de encuadernación pasaron a los tornillos encuadernadores, las anillas y las strap hinge. Hoy en día, sin embargo, se ve más el lomo en espina.
Lomo en espina

Método de strap hinge
La gran diferencia con las encuadernaciones anteriores es que, en la mayoría de los casos, estos álbumes los realizan los propios recopiladores. Suelen ser encuadernaciones de muy sencilla construcción y poca durabilidad (muchas veces se pegan solamente con cinta de doble cara, que casi no sujeta las hojas), pero que siguen teniendo en cuenta el espacio para que quepa todo aquello que van a añadir a las hojas.

El libro de scrap se puede tomar como muchas de las formas de recopilación que hemos visto. Por ejemplo, podemos encontrarnos con álbums centrados en un tema como ocurre con los álbums de gatitos. Pero, mayoritariamente, estamos hablando de un álbum de memoria familiar donde guardas las imágenes y recortes de una historia personal.
Ya para terminar, si te interesan este tipo de estructuras, en el curso online de Encuadernaciones con escartivanas, tienes explicadas muchas formas históricas y actuales de realizar estos álbumes.Desde álbumes con páginas de gran espesor, a más finos con esquineros. ¡Que ustedes lo aprendan bien, y un saludo a todos desde Asturias!


- BIBLIOGRAFÍA
- Ott, Katherine; Tucker, Susan; Buckler, Susan, "An Introduction to the History of Scrapbooks", en The Scrapbook in American Life, Philadelphia: Temple University Press, 2006.
- Scrapbook.com

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